Cada día se afianza más esta idea de la Dirección de Cultura de aglutinar toda la música durante una semana. Con un comienzo a todo tango que sacó lustre al asfalto de esa calle que, frente a la sede de la Dirección de Cultura, por unos días se convierte en un pasaje musical y para la danza a la que por un rato no parecieron faltarle los adoquines de los viejos arrabales ni el consagrado filete en la ornamentación imaginaria de una Escuela de Arte que a puro pincel se sumó a la propuesta.
Con la fuerza del tango se impuso en el inicio esta fiesta madariaguense con el taller de la Escuela de Bellas Artes Divisadero, otro inclaudicable jalón cultural para General Madariaga.
Luego fue el turno de los más pequeños en esa suerte de entreveros de tiempos que proponía la tarde. Los alumnos de guitarra del profesor Jorge Insaurralde no dejaron decaer la tarde que menguaba en sus luces pero no es sus brillos.
Marina Heras mantuvo el nivel y logró la participación del público con sus canciones melódicas y luego fue el turno de los coros, primero el de la Escuela de Bellas Artes Divisadero y luego el de Escuelas Secundarias.
Para el final, Belén Cáceres y Señales del Alba, otro de los prestigiosos grupos folcklóricos de General Madariaga, con la calidez de la voz de Belén corrompió el frío de la tercera noche de la Semana de la Música, ese evento que con el correr de los días asegura que quedará instalado para crecer definitivamente y fundirse a la cultura madariaguense.
